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R.

  • Writer: The Nerdiaz
    The Nerdiaz
  • Nov 23, 2018
  • 3 min read

Updated: Dec 4, 2018

¿Para qué empezar desde el inicio?

Tu y yo lo conocemos muy bien - al menos yo sí.

Te escribo desde Los Ángeles, a meses de verte por última vez, con solamente mis notas y los escasos restos de tus miradas, besos, y sentimientos- herramientas para sintetizar en palabras lo que nunca te dije.

Aquella noche, árboles y arbustos delimitando, al sentir que algo no estaba en su lugar, mientras balanceaba el sueño, mi mente limitando mis ojos, con la velocidad del automóvil y el volumen de la música - era bajo, no te quería despertar, ni a ti ni a mis hermanos - en las curvas de la carretera en retorno del paraíso. Manejaba a una mano, prolongué las caricias en tu pierna izquierda por debajo de mi chamarra - espero te haya separado del frío - lo más que pude. La vida y tu cuerpo te habían ganado, tus párpados cerrados mientras tu respiración lentamente se calmaba. Tu cabeza no descansaba, tu cuello respondía directamente a los movimientos de mi mano izquierda al volante. Traté de acomodar tu cuello, recargarlo contra el asiento con mi mano derecha, pero las caricias en tu muslo no podían terminar, los minutos estaban contados.

Quiero frenar, detener el automóvil, besar tu frente, y sin despertarte, mover la noche, el mar y la tierra, para que duermas los restantes 60 minutos lo más cómoda posible. Es lo menos que puedo hacer, casi puedo sentir en mi mejilla la lágrima que se escapa de tus ojos contra tu voluntad mientras duermes. “So much for a girl that never cries”. Sé lo que vas a sentir cuando despiertes.

105 kilómetros por hora - 95 kilómetros por hora - 85 kilómetros por hora, prolonga su sueño lo más que puedas, Gerardo. No lastimes su cuello al volante, acariciala, quierela, no tendrás oportunidad de hacerlo después, lo sabes. Solo te queda esperar que en sus sueños sienta la calidez.

¿Vienes bien, Hijo? - La voz de Xarek se escucha detrás de tu asiento.

Creí que era el único despierto. - Le respondí escondiendo todos esos pensamientos en mi tono de voz. - Todo bien.

No te voy a dejar solo. - Mi hermano me dice.

Mis ojos se separan de tu rostro, quiera o no, tengo que mirar el oscuro camino apenas iluminado por los faros de mi Gol.

Unos días después, en aquella mañana de lágrimas, nublada y fría, hermosa. Estaba sentado en un café, muy parecido a este, con tu libro en la mesa, justo como está ahora, cuestionado y confundido saque una de mis libretas, ninguna de las dos que tengo desde Francia, esas tienen demasiadas historias ya. En cambio, saqué la libreta roja de México ´68 - donde dibujé aquel día mientras te esperaba 35 minutos en el Cielo, mi café favorito, pues, como predije, te quedaste dormida - esa libreta ya tiene notas de ti, y tendrá más conforme pasó el tiempo.

Es mejor si no te quiero, me parece más sencillo si decido no encontrar bellos tus ojos, ni tus pecas, si tu imaginación me parece banal y tu tatuaje pseudo-filosófico.

Sería más fácil, ¿No crees, mi niña?

¿Son tus encantos solamente una fabricación mía? ¿Me perdí en el laberinto del timbre de tu voz, O imaginé mi perdición en el camino iluminado por tus palabras?

¡¿Por qué te entiendo?!

Confieso, mi niña, el sueño no me logra vencer, y esa sonrisa que tan orgullosamente porté, es de vergüenza, y su risa, desesperación.

Ví el cataclismo, ese que desató el pánico que posteriormente sentí en tus labios, y temblé más que 20 millones en 19 de Septiembre.

Me centré en tus pupilas, y los fotones de la supernova me cegaron. En el infinito me repitieron que estaba confundido, hasta que les creí.

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